Hola Arañuelos
Esta semana traemos para el blog, otro de esos pedacitos de historia, que uno se encuentra buceando en la hemeroteca, buscando no sabe muy bien que, en una fecha en la que seguro no puede aparecer lo que se afana en encontrar.
Os dejamos un par de fragmentos del Capitulo IV, esperamos que os gusten.
...
—¿No te llama la atención,— me dijo,—lo suave de esta pendiente?
—Es verdad. ¡Qué diferente es este hermoso camino de la antigua
senda! Hemos subido sin molestia ninguna desde la casa hasta la cumbre de la montaña.
—Esta es mi primera obra. Dicen que los caminos son las arterias
de los países. Así es, y yo diría
mejor
que son su alma. Un país sin caminos, es un cuerpo sin alma, donde toda vida y movimiento son
enteramente
artificiales
—Sin duda has querido tú que esta hacienda tenga una vida
exuberante y un extraordinario movimiento,
puesto que has procurado, según veo, que tenga un alma muy
grande, y le has hecho un camino de lujo.
Me parece que has puesto aquí algo más de lo necesario.
—No lo creas. El capital que se gasta en caminos es muy
productivo. Lo que yo he gastado y gasto en
construir los caminos de esta
posesión y conservarlos en buen estado, me produce un tanto por ciento
considerable en la conservación de carros y bestias, y más que todo en la prontitud con que hago los
trasportes, y en otro sin número de ventajas que sería largo enumerar...
Entre Talavera y Calera |
Tomamos asiento debajo de
aquellos árboles, y yo me puse á
contemplar el paisaje que nos rodeaba.
Delante de mis ojos desplegábanse aquellas hermosas campiñas ligeramente accidentadas, que son las últimas tierras de Castilla la Nueva y
las primeras de Extremadura. El
vientecillo de la mañana agitaba suavemente aquellos campos de mieses, que se doblegaban y se volvían á
levantar formando incesantes ondas, que corrían á perderse en los
límites del horizonte.
En medio de aquel mar de verdura, el caudaloso
Tajo, el padre de los ríos españoles,
corría
majestuosamente, ensanchando a veces
prodigiosamente sus orillas y
estrechándolas
otras hasta ser abarcadas por un
solo arco de puente.
¡Lástima grande que tan abundosa
corriente
de agua no se vea surcada por numerosas quillas,
que pusieran en comunicación pronta el corazón
de España con las costas del
Atlántico!
En la margen del río, en el
centro de aquel encantador paisaje, se levanta Talavera, la vieja ciudad
de la comarca, que, como venerable
matrona sentada en su estrado, es
el alma de toda la casa, y revela en
su semblante la historia de toda una
generación de grandes hombres.
Dedicado a la "limpia" de arbolado en el canal del Alberche y por las obras de la circunvalacion. Talavera, quien te ha visto y quien te lee
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